jueves, junio 17, 2010

C'est la loi

Cuando uno se pregunta qué sucede en México, por qué hay tanta violencia, en vez de mirar al exterior, debemos analizar nuestro interior. Mientras en nuestras mentes esté enraizada la ilegalidad como alternativa válida, rápida y eficaz para resolver cualquier cosa, la legalidad perderá, ya que siempre tomará más tiempo, esfuerzo o recursos hacerlo de la forma correcta.

Esto es algo que se vive de manera muy distinta en otros países, por ejemplo, Canadá.

Por ilustrar pondré un ejemplo: un amigo argentino fue a la alberca pública; para entrar decidió tirarse un clavado. Apenas se había tirado cuando escuchó el silbato de la salvavidas. La señorita a cargo de la alberca lo amonestó por haber entrado de esa forma y él, como buen latino, le dijo que la escalerilla estaba del otro lado, que no había nadie nadando ni ningún otro riesgo. Cuándo el le preguntó por qué debía usar la escalerilla, ella solo le respondió: "C'est la loi", "Es la ley". Esta es la frase que uno escucha normalmente en este país cuando se pregunta por qué la gente no cruza a la mitad de la calle, espera el semáforo para peatones a las 3 de la mañana e incluso por qué debe tomarse del pasamanos al descender por la escalera eléctrica.

La Ley, así con mayúsculas, es un concepto que muchos aprueban y casi todos siguen. La gente tal vez se cuestione la lógica o la conveniencia de aplicar la Ley. Seguramente habrá muchas personas que no estén de acuerdo con lo que la Ley exige, pero saben que para convivir en armonía, es necesario seguirla y que si no estamos de acuerdo, la manera de hacerlo saber debe seguir un curso legal también.

viernes, junio 04, 2010

Una historia de Servicio al cliente

Hoy fuimos a cenar con unos amigos a La Guadalupe Mexicaine, en Ontario y D'Iberville.

Y aunque la comida fue deliciosa (realmente vale la pena), el servicio de los meseros fue excelente, la platica de sobremesa giro en torno a la PESIMA atención de la "gerente".


La historia es ésta: Uno de nuestros amigos se tardó un rato en terminarse su comida (cerca de 1 hora, en honor a la verdad) y la "gerente", que creo que era la hija de los dueños se puso super pesada. Fueron a recoger el plato de mi amigo unas 7 veces, y mi amigo se negaba, ya que aún estaba comiendo.

Finalmente vino la señorita "hostess" y empezaron a discutir, porque a ella le estaba costando el tiempo extra del personal de la cocina (para ser sinceros quedaban 2 platos sucios en todo el restaurante) y mi amigo se puso sus moños y dijo que el lo lavaba y se lo entregaba limpio
La señorita le dijo que no le faltara al respeto, que no sabía con quién estaba hablando!!!

Total, le pedimos a nuestro amigo que se calmara y que le diera el plato, y luego nos dedicamos a quejarnos de la pobre mujer. Estoy segura que debe haber terminado con un super dolor de cabeza. Se la pasó con cara de acidez estomacal la siguiente HORA que estuvimos ahí.

Luego, al pagar, se dio cuenta que al cobrarnos, no nos había puesto el postre que Montse había tomado, que era algo así como 2 cucharitas de helado. Estaba apuntado con pluma, así que me dice que nos va a volver a imprimir la nota. Y checando la nota veo que falta la naranjada del otro amigo y dice, no hay problema, esa no se la cobro. Le digo: claro que no, por favor, inclúyala y 15 dlls. de propina para la mesera que fue súper amable.

Felicité a la dueña por la comida tan rica y la "gerente" no perdió jamás la cara de indigestión. Que bueno que es un negocio familiar, porque dudo que esta mujer llegue lejos en otra empresa. Algo que fue tan simple de resolver se volvió una tragedia en su vida y motivo de chisme en la vida de los demás, ya que adivina donde va a ir a parar esta historia.

Hoy, sin ir más lejos, antes de salir (con prisa) de mi oficina pasé a revisar las ventanas porque las iban a lavar y a retirar 3 plantas que estaban estorbando, limpié la sala de juntas y la sala de conferencias, que quedaron hechas un chiquero después de un día de reuniones (y de gente que no deja limpio su lugar). Pasé a buscar el proyector que presté, porque no me lo entregaron, recogí los platos que usé para servir fruta fresca y un par de tazas que quedaron sucias en la sala, puse la lavavajillas y guardé lo que quedaba de comida para que no se echara a perder. Y me di cuenta de cuánto extraño a la señora de la limpieza que nunca falta en las oficinas mexicanas. Sin embargo, lo hice con gusto, porque me gusta ver un lugar limpio y porque, de cierta forma es parte de mi trabajo.

Moraleja: no pagues tiempo extra, si lo que te falta por lavar es UN plato, por amor de dios, deja que la gente coma en paz y lávalo tu!!! Ganas más de lo que pierdes.