lunes, julio 11, 2011

Visitando al dentista

Ir al dentista es todo una experiencia en sí. Ir al dentista en otro país, sobre todo cuando para comunicarte recurres a tu segundo o tercer idioma e igualmente lo hace el dentista, es aun más complejo. Explicar los dolores, molestias o entender los procedimientos se vuelve obviamente más difícil.

En mi caso, después de que mi dentista argentina dejara de ejercer por cuestiones de salud, fui asignada con una dentista colombiana, que tenía una mano terrible. Cualquier cosa que me hacía me dolía y quiero decir que he tenido más de 10 tipos intervenciones en mi boca, desde tratamiento de caries hasta endodoncias, pasando por cirugías. Mi primer sorpresa cuando mi dentista se fue, es que Yari, la recepcionista, es una panameña, hija de chinos, que cambia del cantonés, al español y del inglés al francés sin dudarlo un instante.

La dentista colombiana desapareció un buen día y me pusieron con el Dr. Sam. Un chico de aproximadamente 33 años, con un muy ligero acento quebeco, que desde el primer día me dijo que hablaba un poquito de español. Como los estereotipos son difíciles de erradicar, pense que era el típico quebeco, tal vez de padre anglófono y madre francófona. Nos comunicamos en una mezcla de ingles-frances-español. Cuando Ericka, su asistente mexicana está ahí, se hace más difícil entenderle.

La semana pasada me dijo que requería yo una apicectomía, mientras sonaba en el consultorio música pop quebeca (que por cierto no me gusta). De pronto, Sam empezó a cantar a dúo "Bésame mucho" con Luis Miguel. Definitivamente me sorprendió, pero más aún cuando empezó a cantar Habibi-algo-mas... canción que reconocí por mi clase de danza árabe. Cuando le pregunté que si hablaba árabe me enteré que es del Líbano y que su nombre es Eljsam, o algo similar. Eso no me lo esperaba...

Esta semana mi sorpresa llegó a límites insospechados cuando empezó a cantar una canción de Vicente Fernandez. Yo jamás había escuchado a Vicente en algo que no fuera una borrachera, así que imaginen mi cara de incredulidad durante toda la sesión. Creo que nunca me he reído tanto con un dentista. Me enteré que le encantan las novelas, en particular una llamada La Hija del Mariachi y ahí fue que escuchó a Vicente, Javier Solís y no sé quien más. Le pregunté si leía también algo en español y resulta que lee Condorito. Plop!

En fin, a veces parece que eso solo pasa en Montreal.