Como sé que la ignorancia es felicidad, no quise averiguar cuál era la sensación térmica, así que me salí con un suéter bajo el abrigo y me fui a dejar a Montse a la parada del autobús escolar.
Supongo que el frío era bastante fuerte porque la vecina quebeca que espera con su niña el autobus hoy se cerró el abrigo hasta arriba y llevaba su bufanda puesta (cosa que no siempre hace).
Según el pronóstico, lo peor apenas viene, así que no nos queda más que prepararnos para el fin de semana. :)