Todos fuimos alguien más en nuestra vida pasada. En nuestro país de origen, nuestras credenciales eran consideradas, nuestros empleadores eran reconocidos, nuestra experiencia era valorada. Cuando decidimos emigrar, tomamos la decisión de comenzar de nuevo, pero no necesariamente siendo conscientes de los cambios que eso implicaba.
Hace años me preguntaba un amigo que estaba también en su proceso de inmigración si yo pensaba que era o no una buena idea inmigrar, dado que mucha gente se había regresado después de unos cuantos meses en Canadá. Yo le decía que esto de la inmigración no es para "losers" (perdedores). "Si no la hiciste en tu país de origen, donde el nombre de tu escuela, empresa o familia eran respetados, conocidos o por lo menos familiares, probablemente tendrías poco éxito aquí" le dije.
Y no solo tiene que ver con la "competencia" a la que te enfrentas. En el país que nos recibe habrá probablemente menos profesionistas con un perfil similar al tuyo, peeeeero ante la posibilidad de contratar a alguien que:
-tal vez no se adapte y decida regresarse
-tal vez no sepa trabajar con personas diferentes
-tal vez no esté tan capacitado
-tal vez no hable/escriba el idioma
-siempre tendrá un acento extranjero
el reclutador muy probablemente optará por alguien que no tendrá esos problemas de adaptación.
En mi trabajo me pude dar cuenta de que en su gran mayoría los extranjeros tienen una mejor actitud, más habilidades y sobre todo, una mayor lealtad con la empresa, incluso mi jefe (canadiense) opina lo mismo. Sin embargo, esta percepción aún no está tan difundida, lo que trae como consecuencia una gran dificultad al insertarnos en el mercado laboral.
Muchos llegamos a estas tierras con la idea de trabajar en lo que sabemos. Estudiamos y trabajamos en un campo que tal vez elegimos hace muchos, muchos años por diferentes motivos (influencia familiar o de nuestro círculo de amigos, menos requisitos, inclinación o incluso moda), pero 15 años después nos preguntamos si no es el momento de hacer uso de ese otro talento que tenemos y que nos parece atractivo. O como en mi caso, tomamos uno de los primeros trabajos prometedores (buen sueldo, posibilidades de ascenso, prestaciones atractivas) con la intención de obtener la tan ilusoria experiencia canadiense. O simplemente, no pudimos encontrar un trabajo que nos gustara en el área en la que nos hemos desempeñado.
Estas circunstancias nos llevan a preguntarnos en un momento dado, si no debemos cambiar de carrera. Ahora tenemos un conjunto de competencias y limitaciones muy diferentes a las que teníamos hace 10 o 15 años. Ahora nos conocemos mejor, pero nos da más miedo cometer errores. Ahora sabemos más de la vida, pero seguramente tenemos dependientes económicos. Ahora tenemos más sueños a corto plazo, pero también tenemos menos tolerancia hacia cosas que no nos agradan. Como dice un sensei del cambio organizational, Toke Moller: no tengo tiempo para trabajar en cosas que no son parte importante en mi vida.
Imagen tomada de: www.redstarresume.com